El Valencia, cargado de partidos y lesiones, no está para excesos y por eso dosifica esfuerzos con precisión de alquimista. Anoche no desperdició un gramo de energía y derrotó a su rival poniendo en la balanza sólo un poco más de lo que le exigía el Málaga. Y los de Muñiz apretaron muy poco, con lo que a los locales les bastó con un gol de Villa y un buen trabajo defensivo para redondear una faena que les lanza en la tercera plaza. La jornada pintaba redonda con los pinchazos de todos los que aspiran a entrar en la zona Champions y a los chés sólo les faltaba vencer para completar su miércoles dorado. Lo hicieron y pueden presumir de afianzarse en el liderato de la liga de los mortales, la que empieza justo casi 20 puntos por detrás de la pelea entre Barça y Real Madrid.
Por su parte, la mejor noticia para los andaluces fue el gol de Rossi en Tenerife, que impidió que los isleños se acercasen al Málaga. Eso y que con un once lleno de canteranos no se descompusieron, pero tampoco inquietaron lo suficiente como para pensar en dar la sorpresa. Fue un desplazamiento accidentado para los de Muñiz, que aterrizaron a menos de cuatro horas para el inicio del choque. Eso terminó de desenchufarles de un partido que casi daban por perdido de antemano en vista de los peones que reservaron pensando en el sábado. Mejor para el Valencia, que llegaba tocado pero le alcanzó para firmar una victoria de muchos quilates en lo clasificatorio.
El Málaga arrancó con poco brío, con ninguno realmente, por lo que al Valencia le bastó con rellenar el formulario habitual para obtener el premio del gol. Apañadito atrás pese a la sucesión de bajas (ayer Miguel duró diez minutos) y sólido en el centro, todos miran a los bajitos de arriba para convertir el punto inicial en tres. Y los jugones de Emery están en estado de gracia, todo lo solucionan y, a la primera que se fabricaron, hubo final feliz en Mestalla. Mata regaló el 1-0 a Villa, que alimentó un poco más su condición de depredador. Estaba por ver si el tanto despertaba a los andaluces, pero un rechace que Baha envió a las nubes fue lo más parecido a una llegada en las filas de Muñiz, que para colmo se quedó sin Obinna a la media hora.
No era una noche eléctrica, ni siquiera lo apretado del marcador creaba emoción. El Valencia, ya con ventaja, no arriesgaba, y su rival no se atrevía a ir al frente para no regalar un segundo tanto a la contra. Con esto, el cuentagotas de ocasiones se secó y César vivió su noche más plácida en el primer acto. Ni una intervención para el de Coria, que eso sí, estuvo de guardia para intervenir en el minuto 65 y evitar un remate cercano de Caicedo.
Nadie arriesga.
Con el depósito en reserva, los chés no quisieron saber nada de apretar en busca de la sentencia y, en el otro bando, el ejército de canteranos tampoco tenía muchos argumentos para lograr el empate. Por eso nadie se descuidó atrás y, en una segunda mitad aburrida, el Valencia rondó el segundo sin demasiada convicción y el Málaga sólo existió en Valdo. Pero ni unos ni otros pudieron cambiar, con lo que al final la diferencia la marcó Villa. Lo normal.
Por su parte, la mejor noticia para los andaluces fue el gol de Rossi en Tenerife, que impidió que los isleños se acercasen al Málaga. Eso y que con un once lleno de canteranos no se descompusieron, pero tampoco inquietaron lo suficiente como para pensar en dar la sorpresa. Fue un desplazamiento accidentado para los de Muñiz, que aterrizaron a menos de cuatro horas para el inicio del choque. Eso terminó de desenchufarles de un partido que casi daban por perdido de antemano en vista de los peones que reservaron pensando en el sábado. Mejor para el Valencia, que llegaba tocado pero le alcanzó para firmar una victoria de muchos quilates en lo clasificatorio.
El Málaga arrancó con poco brío, con ninguno realmente, por lo que al Valencia le bastó con rellenar el formulario habitual para obtener el premio del gol. Apañadito atrás pese a la sucesión de bajas (ayer Miguel duró diez minutos) y sólido en el centro, todos miran a los bajitos de arriba para convertir el punto inicial en tres. Y los jugones de Emery están en estado de gracia, todo lo solucionan y, a la primera que se fabricaron, hubo final feliz en Mestalla. Mata regaló el 1-0 a Villa, que alimentó un poco más su condición de depredador. Estaba por ver si el tanto despertaba a los andaluces, pero un rechace que Baha envió a las nubes fue lo más parecido a una llegada en las filas de Muñiz, que para colmo se quedó sin Obinna a la media hora.
No era una noche eléctrica, ni siquiera lo apretado del marcador creaba emoción. El Valencia, ya con ventaja, no arriesgaba, y su rival no se atrevía a ir al frente para no regalar un segundo tanto a la contra. Con esto, el cuentagotas de ocasiones se secó y César vivió su noche más plácida en el primer acto. Ni una intervención para el de Coria, que eso sí, estuvo de guardia para intervenir en el minuto 65 y evitar un remate cercano de Caicedo.
Nadie arriesga.
Con el depósito en reserva, los chés no quisieron saber nada de apretar en busca de la sentencia y, en el otro bando, el ejército de canteranos tampoco tenía muchos argumentos para lograr el empate. Por eso nadie se descuidó atrás y, en una segunda mitad aburrida, el Valencia rondó el segundo sin demasiada convicción y el Málaga sólo existió en Valdo. Pero ni unos ni otros pudieron cambiar, con lo que al final la diferencia la marcó Villa. Lo normal.
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